Soy M. Carmen Díez. La menor de siete hermanos de una familia burgalesa sencilla y de profunda fe. El año que hice la primera comunión, falleció mi madre. Este doloroso acontecimiento nos unió aún más en la oración y cariño. Mi abuela paterna fue un apoyo grande en estos momentos. Ella, también madre de siete hijos, dos de ellos religosos, era una mujer de fe. Al ver felices a sus hijos religiosos, -de los que se sentía orgullosa- oraba y pedía a Jesús que escogiera a algunos de sus nietos para seguirle. Ahora cuatro de sus nietas somos religiosas misioneras.
Mi vocación religiosa nació y fue creciendo al compás de los acontecimientos ordinarios de la vida con los que la Divina Providencia va marcando a cada cual su camino.
Al terminar la escuela elemental, había que elegir colegio y la Providencia lo preparó. Justamente mi prima Ana María Carrero, recién profesa como concepcionista, había sido destinada al colegio de Burgos. Allí fui. Este fue mi primer encuentro con las Concepcionistas, y fue largo pues estuve interna durante siete años. En aquel entonces no existía internet, ni móvil, ni WhatsApp, pero sí había tiempo para leer, pensar, hacer trastadas – y muchas-. También había tiempo para hacer visitas a la capilla y conversar con Jesús y María. Me encontraba a gusto allí y sentía que mi amistad con Ellos iba creciendo. Quizás por faltarme la mamá, necesitaba más de la presencia, compañía y cariño de la Virgen-Madre. Esto y el ver a las religiosas felices y entregadas a su misión de enseñanza, con exigencia y calidad pedagógica, eran para mi un atractivo. Alguna vez pasó mi por la mente …y si tú fueras como ellas… Pero yo lo desechaba enseguida como un mal pensamiento, porque mi sueño era ser libre, poder viajar, conocer mundo… Lo de ser monja ni pensar…
Pero Dios tenía otros planes y El iba preparando el camino de mi verdadera vocación.
Las religiosas organizaron una tanda de ejercios para las exalumnas. Me apunté. Aquellos ejercicios fueron decisivos. El sacerdote que los dirigía, con insistencia y fuerza nos repetía:“ a cada uno de nosotros, a tí, a mí, a todos, Jesús confía un LOTE de almas para que cooperemos con El y consigan la salvación…” Esto se me quedó muy grabado y me tocó fuertemente el fondo del alma. En el silencio de la oración, me surgían muchas preguntas: ¿Serán muchos los de mi lote ?, ¿cómo tendré para responder a este deseo de Jesús? ¿Cuál será mi forma de cooperación?…
Me pareció escuchar apremiante su respuesta… “ven conmigo y lo verás”…
Me sentía urgida a darle una respuesta afirmativa.
Desde la ventana de la habitación de la casa de ejercicios, se veía majestuosa y grande la catedral de Burgos. Pensando que sería suficiente el espacio para las personas de mi lote, le rogué: “Jesús, necesito y te pido que me des un corazón tan grande como esta catedral…”.
Aunque tenía temor pensando en la negativa y la contra que me haría mi familia, estaba gozosa de ser invitada a seguir a Jesús y cooperar con El, como María, en Obra de la Salvación.
Con este corazón volví a la vida diaria. Redoblé mi oración a María. Fui al colegio consulté a la religiosa que me había acompañado. Me dio paz y me ofreció su oración y la de la comunidad.
Santa Carmen dice “La gracia de Dios no os ha de faltar”. Y así fue.
Vencidas todas las dificultades poco antes de cumplir los 22 ingresé en el noviciado.
La entonces Madre general, M Regina Arias, de vez en cuando venía al noviciado de Marcilla a ver qué hacían y cómo respiraban las novicias. En el comedor comentaba acontecimientos y noticias de la Congregación. En una ocasión nos explicó que en Gifu, Japón, se había abierto un colegio y preguntó: ¿Quién está dispuesta a ir al colegio de Gifu?
Nadie levantó la mano, pero “el pueblo” levantó la voz y todas a una contestaron:“ La Hna Carmen Díez”. (Posiblemente porque mi prima Ana María ya estaba destinada allí). M. Regina tomó nota y al terminar mi tiempo de juniorado y en el último año de su superiorato me destinó justamente a Gifu.
Providencialmente encontré en Isaías un texto que me llenó de alegría y esperanza.
…“Ensancha el espacio de tu tienda, despliega las lonas, no las economices, alarga tus cuerdas, fija bien tus estacas porque desbordarás a la derecha y a la izquierda…” (Is. 54,2-3).
Ilusionada y con el empuje de esta Palabra, por primera vez tomé un avión y volé a mi primer lugar de misión.
La acogida fraterna y cariñosa de las hermanas, me ayudó a adaptarme a la nueva realidad: desde manejar los palillos, deletrear el japonés, escribir Kanjis, hasta conocer las tradiciones, cultura, história… de este “Japón increíble” que diría el gran misionero jesuita P. Arrupe.
Como todo era nuevo, cada mañana con alegría, estrenaba sorpresas, encuentros y algunas dificultades también, que me hacían crecer en ilusión, esfuerzo y ¿cómo no?! en humildad.
Pasé 15 años felices en la vida del colegio, disfruté mucho con las alumnas y ella me enseñaron mucho. Experimenté, hasta rebosar, la fuerza enriquecedora de la Misión.
Pero Dios, en su Providencia, me tenía preparada otra gratificante aventura misionera: Ir a Corea del Sur para fundar y sembrar por primera vez el carisma que Santa Carmen Sallés nos legó a las concepcionistas. De las poquitas hermanas que éramos en Japón, fuimos tres a Seoul en el año 1984. Aquí sí que fue partir de cero. Pero la Providencia nos guió y ayudó en todo momento. El carisma se sembró y ha ido creciendo y dando frutos. Hoy podemos cantar el Magníficat con María y agradecer a Dios las muchas vocaciones concepcionistas que nos ha concedido y están educando a niños y jóvenes en la obras apostólicas de las cuatro comunidades coreanas.
Con el corazón lleno de alegría y felicidad he compartido con vosotras mi vocación y mi larga y gozosa vida misionera.
¡Si algunas sentís la llamada de Jesús, no temáis en decirle un gran SI!
Todo lo que ahora deseáis ser y querríais hacer en el futuro. EL os lo hará realidad al ciento por uno. Os lo digo por experiencia y llena de gozo.
Yo deseaba viajar, conocer paises, culturas… lo he recibido, no al ciento por uno, sino al mil por uno.
ANIMO!! EL NO SE DEJA VENCER EN GENEROSIDAD. SIEMPRE ADELANTE. ¡TODO POR JESÚS COMO MARÍA !!